Faim mod. 405

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Convengamos que si existe un diseño que ejemplifica a la guitarra eléctrica, es el de la Stratocaster. Creada en la década del ’50, esta guitarra sufrió, a lo largo del tiempo, innumerables mutaciones. Tan versátil resultó, que los guitarristas pudieron interpretar con ella desde country hasta heavy metal, desde rock psicodélico hasta blues, desde funk hasta pop. Así mismo, su original diseño generó y sigue generando copias alrededor de todo el mundo. En nuestro país, la Fábrica Argentina de Instrumentos Musicales (Faim) cuenta en su catálogo con una Strato, que logró sorprender a más de uno, tanto por terminación como por sonido. Pasen y vean…

En este punto, vale la pena aclarar que el modelo testeado responde a la última camada de instrumentos fabricados por Faim, la cual incluye entre otros, a la Red Special (Brian May), a la Mosrite (Ramones), y a los bajos tipo Warwick o Stingray. Las especificaciones son las siguientes: cuerpo de lenga, mango de guatambú, trastera de jacarandá, 22 trastes de alpaca 2.4, clavijas blindadas tipo Gotoh, pickups cerámicos simple bobina de fabricación propia, y sistema de palanca tipo vintage.
La Stratocaster de Faim responde a un diseño que combina diferentes aspectos, tanto de las guitarras viejas como de las nuevas. Por ejemplo, el peso de su cuerpo nos remite a los modelos de los 70’s, mientras que el formato de su diapasón nos acerca a los diseños más actuales. El look de esta guitarra me recuerda a la Strato de Vaughan, tanto por su terminación esfumada (sunburst), como por su guardapúas (pickguard) tipo carey, y sus pickups y potes de color blanco.
El formato de la parte trasera del mango es tipo V, aunque no muy pronnciada, que se va reduciendo hacia las posiciones más agudas del mismo. La trastera no presenta la curvatura de los viejos modelos de Strato, por lo cual es posible lograr un acercamiento mayor de las cuerdas al mismo. Los trastes son medianos, y sus bordes no presentan aristas ni salientes que puedan llegar a molestar la ejecución. Es de destacar que el mango es de una sola pieza, y no lleva la paleta del clavijero encolada, como sucede en muchas de las versiones orientales que vemos a diario. El acceso al tensor se realiza por la cavidad que encontramos en el clavijero, el cual incluye guías para la 1ª y 2ª, y para la 3ª y 4ª cuerda.
Como es costumbre en las Strato, el mango está asegurado al cuerpo mediante cuatro tornillos y un chapón metálico. Así mismo, toda la circuitería depende del pickguard tricapa. Como dijimos anteriormente, los pickups son de bobina simple y están fabricados por Faim. Un detalle que quizás se podría mencionar se refiere a la altura de los imanes, la cual en los mics. originales es mucho menor que en este caso. El sistema de vibrato es tipo vintage, con cinco tornillos que lo aseguran al cuerpo, y con seis puentes individuales con regulación para la altura de cuerdas.

Pasando al departamente de sonido, los registros son los esperados en este tipo de guitarras. O sea, estamos hablando de pickups de bobina simple, cuyo fuerte se encuentra dentro del rango de los medio/agudos. Igualmente, y comparada con una Strato reedición, encontramos que la Faim tiene como un “quack” percusivo, que la aleja de las frecuencias vidriosas y la acerca hacia otras más mediosas, como sucede en las Strato de la actualidad. ¿Mejor o peor? Como siempre digo, todo va en gustos. En materia de ejecución, y luego de pasar por las manos de varios de mis alumnos, comprobé que el instrumento les resultaba sumamente cómodo, ya sea a la hora de las rítmicas como al momento de los ligados y las estiradas de cuerdas.
En resumen, y dejando de lado las leyendas y los preconceptos, esta Faim puede situarse tranquilamente a la par de cualquier otro clon de Stratocaster.

M. Roascio