Eligiendo una Acústica


La historia de la guitarra tal y como la conocemos hoy en día es relativamente reciente. Comparándola con la de la guitarra eléctrica que cuenta con unos escasos cincuenta años y todavía está en proceso de evolución, la guitarra acústica es toda una antigualla, pero que hace unos años se ha vuelto a poner de moda en gran medida gracias a la nueva hornada de cantautores.

Es cierto que, hasta llegar al formato actualmente generalizado, la guitarra acústica ha pasado por siglos y siglos de lenta pero fructífera evolución, sólo comparable a la también lenta evolución de la especie humana. La guitarra de seis cuerdas nació a finales del siglo XVIII y, a pesar de todo, sigue siendo un instrumento bastante moderno. Una buena guitarra acústica es una inversión que se revaloriza con el paso de los años. A medida que la madera de la guitarra se va curando con el lento paso del tiempo, la estructura celular de la madera se asienta y madura un tono peculiar. El sonido del instrumento gana en brillo y calidad y, como consecuencia, incrementa su precio; un fenómeno solamente comparable al de los buenos vinos de crianza y los magníficos escoceses de reserva.

La verdad está ahí fuera.
En la actualidad nos encontramos con una gran variedad de formas, tamaños y, en definitiva, marcas de guitarras en el mercado. Esta amplia gama va desde la clásica de cuerdas de nylon o española (utilizada de forma generalizada por guitarristas de flamenco, concertistas de música clásica y, sobre todo, muy extendida en países de cultura latina) hasta la de cuerdas metálicas (músicos de folk y más extendida en los países anglosajones). De esta última nos vamos a ocupar en las siguientes líneas. La diferencia esencial entre estos dos tipos de guitarra estriba fundamentalmente en el sonido: más apagado y dulzón en la española, al contrario del metálico, brillante y con más volumen de la de cuerdas metálicas. Estas últimas, a su vez, se dividen en dos grandes grupos: las ‘archtop’ (que disponen de una ranura en forma de ‘f’ a cada lado de las cuerdas y con la tapa ligeramente arqueada (de ahí el nombre) y las ‘flattop’ (con un gran agujero circular en el centro de la caja de resonancia, tapa plana y más parecida a la española). El estallido de la moda de las guitarras de coleccionista, más notable en Estados Unidos que en Europa, ha desembocado en un nuevo resurgimiento de las ‘archtop’. De todos modos, las ‘flattop’ continúan siendo la principal elección por parte de la mayoría de los compradores y fabricantes.

Breves apuntes históricos.
Probablemente el modelo más popular, perteneciente a la familia de las ‘flattop’, es el modelo ‘dreadnought’ o ‘acorazado’. Fue desarrollado e introducido en el mercado por la marca Martin en el año 1931. Este modelo destaca por su forma ligeramente cuadrangular, con una caja grande, y recibe este curioso nombre en honor a una famosa batalla. Fue diseñado para ser más fuerte y resistente, con más volumen y profundidad que el del cuerpo de la guitarra acústica. El modelo tradicional es más parecido al cuerpo de una guitarra española, más curvado y de formas más redondeadas que las del ‘acorazado’. El más popular de estos modelos tradicionales quizá sea el de la Gibson J-200.

Qué debemos mirar primero.
Me imagino que la mayoría de los guitarristas hemos tenido alguna vez en mente la guitarra de nuestros sueños. Esto es algo muy positivo pero no debemos dejarnos guiar por las apariencias, los modelos, las marcas o porque la utiliza nuestro guitarrista favorito. La guitarra debe hacernos sentir ante todo cómodos y que se adapte a nuestros intereses, no al contrario. Por eso y por más, hay que tener en cuenta ciertos factores y adquirir unos conocimientos que nunca nos vendrán nada mal. Algo muy importante es conocer los diferentes tipos de madera con los que nos podemos encontrar, conocer sus características sonoras y el por qué de su utilización. También es fundamental que el instrumento presente un buen acabado. Algo que debemos tener muy presente es el hecho de que no vamos a comprar una guitarra, sino que vamos a invertir en un instrumento musical. Para conocer mejor éstos y otros conceptos vamos, a continuación, a intentar desgranarlos en partes y así poder realizar una correcta elección más adelante.

La tapa.
Es una de las partes más importantes, con diferencia, de toda la guitarra. Aunque se pueda pensar lo contrario, la tapa es el generador fundamental del sonido de nuestra guitarra, ya que está en contacto directo con el puente y es el principal receptor de las vibraciones de las cuerdas. En cierto modo se podría decir que actúa como el cono de un altavoz, determinando el tono y el timbre del instrumento. Las mejores tapas de guitarra son las que están fabricadas con maderas duras, de las cuales la picea suele ser el tipo más corriente que nos vamos a encontrar. Es muy fácil de identificar: color claro, pero no tan pálido como la madera de arce. Las tapas también se pueden fabricar con otras maderas como son las de pino, cedro y roble. No nos debe preocupar tanto el material de la tapa de la guitarra, como sí el hecho de que sea regular y uniforme, que se aprecie perfectamente la veta. Ésta debe estar espaciada y mostrar dibujos lineares a lo largo de toda la superficie. Este es un apartado bastante importante ya que los fabricantes de guitarras baratas acostumbran a fabricar las tapas de contrachapado (material muy barato y que se compone de varias láminas de maderas malas), poniendo por la parte visible una lámina, fina como el papel, de madera buena para que dé el pego. Esto ocasiona que la resonancia no sea igual de uniforme que una buena tapa de madera dura. La mejor manera de comprobar si nos encontramos ante una tapa de madera laminada es mirar en el agujero central, donde podemos ver la sección transversal de la madera. Si ésta presenta líneas verticales nos encontramos ante una buena tapa dura, si por el contrario aparecen anillos concéntricos, ya nos podemos hacer a la idea de ante qué nos encontramos. Otro aspecto interesante es inspeccionar la superficie. No debe presentar ningún tipo de bulto, orificio extraño ni arañazos; debe parecer totalmente lisa al tacto, que no parezca que la han utilizado como mesa camilla o para echarse un partido de baloncesto encima.

El puente
Aquí, en el puente, debemos prestar especial atención al hecho de que no aparezca ningún tipo de orificio o bulto sospechoso, ya que esto sería una clara señal de que la presión del puente está desprendiendo la tapa de la guitarra. Debemos asegurarnos de que el puente está firmemente pegado a la tapa. Una buena manera de comprobarlo, es intentar introducir un pequeño trozo de papel o una tarjeta de crédito entre el puente y la tapa. Si el papel se cuela no puede haber una señal más negativa, ya que lo más seguro es que en poco tiempo nos encontremos con que el puente se ha ido a hacer turismo aéreo y sin despedirse. También debemos observar que no haya rastros de cola en los bordes y que la selleta esté entera y sin ningún tipo de marca.

Lados y parte trasera.
Si la tapa, como hemos mencionado antes, hacía las funciones del cono del altavoz de nuestra guitarra, el resto de la caja, que completan el lateral y la parte trasera, ejercen una función similar a la de la caja sobre los altavoces, proporcionando graves y profundidad al sonido de las cuerdas y ayudando a la tapa a ‘expresarse’. Arce, caoba y palo-rosa son las maderas más utilizadas para la realización de esta parte de la guitarra. El arce, de color dorado y brillante, es la madera que nos proporciona un sonido más nítido y luminoso. La caoba, a su vez, nos brinda un sonido dulzón, mientras que la cara madera de palo-rosa nos ofrece una magnífica síntesis de las dos anteriores. Si la tapa de la guitarra era de contrachapado, con total seguridad esta parte también lo será. Además, hay que tener en cuenta que la parte trasera de la guitarra está siempre ligeramente arqueada para ayudar al sonido a salir de la caja y no quedarse atrapado en las esquinas de la misma.

El interior.
Llegó el momento de echar una ojeada por el agujero y ver qué es lo que hay dentro. Lo primero que debemos observar es la etiqueta de la marca, donde tiene que figurar el número de serie y la fecha de fabricación. Esta última, en algunos modelos, también aparece en la unión del mástil con la caja, aunque para observar este detalle nos tendremos que valer de un pequeño espejo como el de los dentistas. Es importante fijarse en la forma en que las estrías de sujeción van colocadas en el interior. Existen dos técnicas diferenciadas. La primera fue desarrollada por Martin y consiste en colocar dos listones de madera en forma de cruz, que recorren longitudinalmente toda la extensión de la tapa por dentro. La segunda, que es la tradicional, consiste en colocar los listones al modo de los radios de una rueda de bicicleta en el interior. Cualquiera de los dos procedimientos utilizados es perfectamente válido y no nos vamos a decantar a favor de uno ni de otro. Lo que sí es realmente importante es que aparezcan firmemente pegados y sin restos de cola o virutas, que pueden afectar al sonido final del instrumento. El lateral está unido al resto del cuerpo por medio de unas cuñas con forma de cremallera que recorren todo lo largo y ancho del interior. Una vez más debemos buscar roturas, abolladuras o imperfecciones en la madera que nos hayan pasado inadvertidas en el exterior. La mejor manera para detectar una estría rota es que al tocar se produce un molesto traqueteo en la caja que es fácilmente perceptible. De todos modos, no es muy corriente que se nos presente este caso.

Materiales del mástil.
Junto con la tapa, el mástil es la otra pieza importante de la guitarra. Caoba y arce son las maderas más utilizadas para su construcción. El arce tiene, por norma, un sonido más brillante que la caoba, pero por el contrario, es también más dado a deformarse. Una solución práctica de los fabricantes es la de dividir el mástil en dos piezas longitudinales de arce, colocando una fina capa de caoba en el medio, a modo de sandwich, lo que le otorga una mayor estabilidad. Esta técnica es muy utilizada por los artesanos de Fender.

El diapasón.
Para la fabricación del diapasón, los materiales más utilizados son el ébano y el palo-rosa. El ébano es una madera más dura que la de palo-rosa, y por lo tanto, tiene un tono más brillante, aunque es más propenso a quebrarse. Es fácil distinguir una madera de la otra simplemente por el color; el ébano es mucho más oscuro que el palo-rosa, por lo que en muchas guitarras baratas nos encontraremos con un diapasón de palo-rosa pintado de negro para simular ébano. Para distinguirlas basta decir que el palo-rosa es una madera más porosa y de veta más abierta.

Curvaturas.
Hay dos procedimientos básicos para averiguar si el mástil de una guitarra está curvado. El primero es colocarse la guitarra sobre el hombro a modo de violín, y mirar el mástil a lo largo en toda su extensión. Esto también nos ofrece la posibilidad de comprobar la alineación de los trastes. El segundo método consiste en utilizar la sexta cuerda como si de una regla se tratase. Con una mano pulsamos las cuerdas en el primer traste, mientras que con la otra pulsamos el que esté a la altura de la unión del mástil con el cuerpo (suele ser el 14º en la mayoría de las guitarras). El mástil debe aparecer paralelo a la cuerda.

Unión de mástil y cuerpo.
En la mayoría de las guitarras acústicas, el mástil va unido al cuerpo mediante una doble unión en forma de cola de milano y pegada con cola para que permanezca permanentemente fija. Esta unión afecta directamente a la entonación del instrumento. Para comprobar su buen estado se recomienda tocar por la parte baja del mástil (trastes del 12º al 16º) y comprobar los armónicos de la guitarra. Esto último se consigue produciendo el harinoso en el traste 12º y, a continuación, la misma nota pulsando la cuerda. Si la nota pulsada tiene un tono mayor o menor que el armónico, la guitarra no tiene una buena entonación.

Clavijero.
La pala también debe presentar un aspecto uniforme nuevamente. Es importante que todas las clavijas tengan la misma distancia de separación. También deben correr libremente y estar firmemente sujetas a la pala sin ningún tipo de holgura. Las mejores clavijas son aquellas que vienen encapsuladas, ya que son autolubricadas y al no presentar el mecanismo al exterior nos ahorraremos inmumerables problemas.

El flechazo. 
Si después de seguir todos estos consejos no encuentras una guitarra de la cual caigas enamorado, estás tirando el dinero. Lo más importante es sentirse a gusto con el instrumento y en pocas palabras ‘engancharte’ a tu guitarra. Teniendo en cuenta que va a ser una relación para toda la vida, hay que elegir también la que más nos llene entre todas. Así que suerte y a por ella.

 

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